Buenos días

Querida profe,

Cada día que te escribo, soy una persona diferente. Hoy no pienso o siento igual que ayer. No somos muebles. Amamos, odiamos, soñamos, pensamos, nos desarrollamos, sentimos, crecemos… No sé si lo sabías.

Todas las mañanas en tu escuela, el procedimiento era el mismo: sonaba la sirena, llegabas a la fila que habíamos hecho en el patio y la encabezabas hasta tu aula. Entrábamos, nos sentábamos en los pupitres, decías «buenos días», nos mandabas callar y señalabas la página por la que teníamos que abrir el libro.

¿Por qué nos tratabas así? ¿Pensabas que cuando salíamos de la escuela nos desconectaban y no nos volvían a conectar hasta el día siguiente, como si nada pasara fuera de esos muros? A Luis, la tarde anterior le dieron un premio, a María la castigaron, José tuvo un hermano, Mercedes vio cómo su padre pegaba a su madre, Laura esperaba la llegada de su abuela esa misma tarde, Álvaro discutió con su mejor amigo, Darío estaba nervioso, Fernando no desayunó aquella mañana…

No sabías cómo nos encontrábamos y, por tanto, no supiste interpretar nuestro comportamiento. Pero nos juzgaste, nos llamaste la atención, nos castigaste y, sin saber lo que sentíamos, en qué pensábamos o nuestra situación, te obsesionaste con que estuviéramos delante de una página a la que sería imposible prestar atención.

Recuerdo cómo en la etapa de infantil nos dejaban hablar en la asamblea de la mañana, me abrazaban al llegar, preguntaban a mi madre qué tal estaba… Pero todo eso se olvidó, ahora somos mayores y nos hemos debido de deshumanizar.

Hubiera servido con mirarnos a los ojos al entrar por la puerta, hacer una asamblea como en infantil, dejarnos entrar al aula libremente cuando llegáramos a la escuela para ir hablando contigo mientras llegaban el resto de compañeros… hubiera bastado con que te importáramos más nosotros que los temas del libro o  el currículo.

Sergio Carneros

Email 16. “Emails a una Maestra”

P.D. Os recuerdo que son publicaciones que buscan provocar para despertar la reflexión. Siento si resulta dolorosa. A mí causa dolor infinito.

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